Hace poco más de un año, Gonzalo Muñoz Abogabir (51 años, Viña del Mar) fue reconocido por la Reina Isabel II de Inglaterra como miembro de la Orden de San Miguel y San Jorge. Es una distinción que pocas veces se concede a ciudadanos de fuera del Reino Unido y que lo premió por su papel en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26), realizada en Glasgow en 2021. El chileno no pudo ir a la ceremonia y solo hace pocos días recibió, en la embajada de Reino Unido en Santiago de Chile, la medalla que lo declara como miembro de la célebre orden.
Esta entrevista se realiza a pocas horas de la premiación. Muñoz recibe a EL PAÍS en su departamento, ubicado en un barrio residencial de la comuna de Las Condes, en la zona oriente de Santiago. Aunque tiene que prepararse para la ceremonia, se toma su tiempo para contar sus nuevos desafíos. Desde que fue nombrado Champion de la COP25 que se realizaría en Chile en 2019, pero que tras el estallido social tuvo que trasladarse a España, el ingeniero agrónomo de la Universidad Católica, cofundador de Sistema B, de la empresa de reciclaje Triciclos, de la consultora de sostenibilidad Manuia y de la viña Polkura, se transformó en una pieza clave de la agenda de Naciones Unidas contra la contaminación y el cambio climático.
En los últimos años, ha liderado el trabajo con los actores no estatales, empresas, municipios, ONGs, academia y sector financiero, para lograr que los compromisos adoptados por los países en las conferencias “logren bajar y materializarse en el mundo real”. Y para esta COP28, que se inicia este jueves en Emiratos Árabes, le pidieron que se hiciera cargo de la agenda de alimentación. Es un nuevo tema que se está incorporando en la acción climática global para vincular los desafíos de seguridad alimentaria global con los compromisos de clima. “En los últimos cinco años, el mundo ha empezado a encender las alarmas de que tenemos un sistema de alimentación que no funciona, que produce suficiente alimento para la población actual, pero que sin embargo hoy tiene a 800 millones de personas sufriendo hambre y 3.000 millones de personas en inseguridad alimentaria. Además, hoy se bota un tercio de los alimentos y el sistema alimentario es el causante del 80% de la deforestación, del 60% de la pérdida de biodiversidad y del 30% de los gases de efecto invernadero. Es un desastre”, explica.
El fenómeno preocupa también porque el hambre “activa fenómenos de inestabilidad social, inestabilidad política y polarización”. El papel de Gonzalo no es nada fácil: empujar compromisos globales para transformar el sistema alimentario en uno resiliente y que contribuya a resolver la crisis climática. “Hay que descarbonizar todos los sistemas, desde la maquinaria que se usa, los sistemas de refrigeración, de transporte. Hay que alinear las finanzas con commodities que no están vinculados a deforestación, impulsar cambios de dieta, de métodos agrícolas. En fin, se pueden hacer muchas cosas”, dice, sin arrugarse por el desafío.
En paralelo, el chileno fue mandatado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA), para liderar la negociación de los plásticos entre los agentes no estatales. Es un nuevo desafío planetario que desde marzo pasado busca reunir a los países en torno a un tratado que permita eliminar los plásticos en el mundo con 2040 como meta.
Pregunta. ¿Hay agua en la piscina [condiciones] para firmar un tratado de esta naturaleza?
Respuesta. Cuando ya la UNEA a través de una resolución declara que de esto tiene que hacerse un tratado, se va a tener que llegar a uno tratado. La pregunta ahora es cuál va a ser el nivel de ambición.
P. ¿Cuáles son las metas por país?
R. En este caso, la declaración de la UNEA es que se tiene que llegar a un tratado que sea legalmente vinculante y que aspire a lograr resolver el problema de la contaminación por plástico en el medio ambiente en un período corto. Aspiramos a que el 2040 el mundo se haya reorganizado de forma tal que no haya plásticos que se estén desechando en el medio ambiente.
P. ¿Cómo se logra eso?
R. A través de, por supuesto, aumentar considerablemente las capacidades de mecanismos de recolección y reciclaje. En muchos países no hay sistemas de basura. Por lo tanto, hay que actualizar el sistema de manera acelerada en todas partes. Pero también hay que racionalizar cuánto plástico estamos metiendo en el sistema, porque hoy no es solo los empaques de bebidas o de alimentos. La ropa, los electrónicos, los temas agrícolas, el mundo de la medicina, en todos lados se usa plástico.
P. ¿Estará dispuesta la industria del plástico?
R. Eso lleva a una primera tensión en que se les habla a las petroquímicas y se les dice que vamos a poner una meta de reducción. Ahí van a saltar todas las chispas. La segunda es: hablemos de cuáles son los plásticos problemáticos, es decir, de aquellos que están hechos de forma tal que son muy difícil de procesar o reciclar, porque o tienen componentes tóxicos, o porque al fragmentarse, generan microplásticos. Y se empieza a generar una conversación yendo a lo micro que es extremadamente compleja. Por supuesto, es un proceso que genera posturas donde hay países que son mucho más proclives a avanzar, versus, fundamentalmente, los que tienen industrias petroquímicas fuertes que resisten un poco más.
P. ¿Cuáles son esos?
R. Son los mismos de siempre: Estados Unidos, Rusia, China, los países árabes. Entonces, se empieza a polarizar una sala que además está polarizada por conflictos como el de Ucrania, el Medio Oriente. Mi rol es diseñar el modelo para acelerar los cambios entre los actores no estatales. Imagínese el papel que tienen los municipios en atender un tema con el que ellos lidian todos los días. Pero todos los actores tienen mucho que contribuir a un buen tratado, pero no lo pueden hacer de forma aleatoria y desorganizada. No sirve que cada actor que quiera contribuir lo haga por su cuenta. Lo importante es que esa información se vaya articulando de forma seria, creíble, formal, para que además ese grupo, si está bien estructurado, pueda a continuación, una vez que el tratado esté firmado, ayudar a su implementación.
P. ¿Cuándo se va a firmar este tratado?
R. Al principio de 2025, ese es el objetivo.
P. Vamos a la COP28 que arranca ahora. ¿Cuál es la expectativa si el año pasado la COP27 terminó con la sensación de fracaso en las negociaciones?
R. El acuerdo ya está, es el acuerdo de París, por lo tanto lo que toca ahora es implementarlo. Y los compromisos para cumplir ese acuerdo es parte de lo que nos toca lidiar en esta COP. Hace poco llegó el Global Stocktake (el balance mundial que se realiza cada cinco años), que es el elemento central de esta COP y que toma un inventario de cómo estamos respecto del acuerdo de París. Y estamos tarde. No estamos logrando lo que se necesita para cumplir con el acuerdo. Esa es una fracción importante de la noticia. Pero otra fracción es que hay ciertos sectores que se están acelerando y algunos incluso más allá de lo imaginábamos.
P. ¿Cuáles son esos sectores?
R. Energías renovables, electromovilidad, baterías. Hay algo asociado también a sistemas agrícolas. Está todo el mundo de la industria naviera, el acero, el cemento. La agenda de hidrógeno, las bombas de calor. Hay tecnologías y hay sectores que hoy en día, si tú los analizas con más detalle, ya están quebrando la curva y volviéndose exponenciales. Y hay países cuyo desempeño de curva es mejor que lo que necesitaríamos como humanidad como promedio. Chile es uno de los países que, si tú analizas su curva, por ejemplo, con respecto a la adopción de energía renovable, está mejor que lo que sería la curva que necesita el mundo.
P. ¿Cuáles son las áreas donde estamos más atrasados como humanidad?
R. Una de las áreas muy atrasadas es poner fondos directamente en la adaptación de las personas, porque esto es un problema multidimensional. No se saca nada con decir que en promedio las matrices eléctricas están súper bien, si resulta que las personas más vulnerables del mundo están sufriendo los impactos. Si pretendes tapar eso con un dedo, al final la ecuación se te da vuelta, porque si esta agenda no sirve para empezar por proteger a los más desprotegidos, entonces ¿para qué sirve? Hay un desafío que es cómo se hace para poner los recursos, las tecnologías, los modelos que protejan a las personas que hoy se están viendo impactadas por la crisis climática de forma directa. Esa es una tarea pendiente donde estamos muy, muy tarde. También estamos tarde con todo lo que tiene que ver con proteger la naturaleza para aumentar su capacidad de captura. Tenemos que regenerar naturaleza. Si no lo hacemos, estamos perdiendo la batalla.
P. ¿Cree que se lograrán compromisos más ambiciosos en esta COP?
R. Va a ser muy indicativo el nivel de compromiso que pongan los Emiratos Árabes en la transición energética. Lo que yo esperaría es que salgamos de la COP28 con mucha claridad respecto de eso, porque la foto es muy mala. Y eso implica qué es lo que los Emiratos van a comprometer en materia de salida los combustibles fósiles y aumento de energías renovables, que ojalá además pueda ser un buen ejemplo para ser replicado por otros países que han desarrollado su economía en base a combustibles fósiles.
Fuente: El País