El ex presidente de COPSA calificó al Hospital del Salvador como “el ejemplo más dramático” de los retrasos en obras públicas. A su juicio, el verdadero nudo está en el presupuesto sanitario. “Hay un elefante en la habitación que no se ha querido transparentar: la falta de recursos fiscales para cubrir los costos de operación”.
El sistema de concesiones en Chile ha permitido levantar infraestructura crítica que el Estado, por sí solo, no podía financiar: autopistas, aeropuertos y cárceles se construyeron bajo este modelo. Hoy, sin embargo, enfrenta cuestionamientos en el ámbito de la salud por los retrasos en hospitales concesionados. Para el ingeniero civil y ex presidente de COPSA, Leonardo Daneri, el problema no radica en las concesiones, sino en la incapacidad estatal para operar los recintos una vez finalizados.
“El Salvador es el ejemplo más dramático”, afirmó en entrevista con El Periodista el consejero de la Cámara Chilena de la Construcción. El hospital, adjudicado en 2014 y con obras casi concluidas, ha debido enfrentar todos los obstáculos posibles: debate político sobre el modelo, trabas del Consejo de Monumentos que paralizaron tres años la construcción, la pandemia, alzas de costos y cambios técnicos que volvieron obsoletos equipos diseñados para otra época.
A su juicio, el verdadero nudo está en el presupuesto sanitario. “El país tiene un hospital de primer nivel prácticamente listo, pero no puede usarlo. La pregunta no hay que hacérsela al MOP, sino al Minsal. Una vez que lo reciba, deberá ponerlo en operación, y todos saben que el presupuesto ya está ejecutado. El problema no es si falta un 2% de obra por terminar; el problema es cómo financiar su funcionamiento”, explicó.
Para Daneri, se trata de un “elefante en la habitación” que no se ha querido transparentar: la falta de recursos fiscales para cubrir los costos de operación. “Hablar del financiamiento permitiría buscar soluciones reales. Mientras no se aborde este punto, los hospitales pueden quedar listos, pero cerrados”, advirtió.
El caso del Hospital del Salvador y el Instituto Nacional de Geriatría, con más de una década de retrasos y miles de pacientes aún en listas de espera, se ha convertido en un símbolo de un Estado que logra construir infraestructura, pero no garantiza su funcionamiento. Para Daneri, el desafío no está en desechar el modelo de concesiones, sino en asegurar los recursos y la coordinación política necesarios para que la inversión se traduzca efectivamente en beneficio para las personas.